El policía Pedro Pedro Arcángel Bogado habló por primera vez a horas de que se inicie el juicio por el caso Brandon Romero, a quien mató en julio de 2020 al defenderse de un robo en la ruta 226.
Pasaron casi tres años desde que el policía Pedro Arcángel Bogado mató a Brandon Romero al disparar su arma reglamentaria para repeler un intento de robo en la ruta 226 y, si bien desde el Ministerio Público Fiscal lo habían sobreseído, este lunes comenzará un juicio en el que se debatirá si se trató de un caso de “gatillo fácil” o de “legítima defensa”.
“Yo no quise matar a nadie, defendí mi vida y no puedo arrepentirme de haberme salvado”, dice el policía Bogado quien por primera vez habla públicamente de la causa que lo tiene como protagonista.
Bogado asegura que la primera vez que usó su arma reglamentaria, fuera de un entrenamiento, fue ese 5 de julio de 2020, en plena pandemia, cuando disparó y mató a Brandon Romero.
“La gente te dice olvídate, ya está. Ya pasó, vas a un psicólogo y te dice que te olvides de lo que sucedió. Pero nadie te entiende, yo tengo que ir a juicio, no me puedo dar el lujo de olvidarme. Es muy intenso, todos los días cargo con esto”, dice y remarca que del “enfrentamiento” con Romero y Kevin Farías (quien ya fue condenado por el intento de robo a mano armada), salió ileso físicamente, pero no así internamente.
“Uno tiene su propio juicio de valores. Yo me siento católico y el estar involucrado en algo así me lleva a hacerme responsable, porque una vida no está más en la Tierra y eso me pasa, tengo remordimientos y culpas”, dice el policía y agrega: “Esto me generó problemas de salud, me siento incómodo en todo momento, no puedo salir de noche, me agarran ataques de pánico, se me cierra la garganta, tengo angustia, tengo bruxismo”.
“La psicóloga de la Asesoría Pericial me dijo en su momento que tendría que haberles entregado todo y no enfrentarlos. Le dije: ‘Tenés razón, me faltó entregar mi vida también’. Me gustaría que hubiese salido de otra forma, pero esa única otra forma posible que me figuro es conmigo muerto”, concluye.
Bogado cuenta que ese 5 de julio de 2020 había ido a visitar a un amigo que vive por la ruta 226 para llevarle un dinero, ya que necesitaba plata para pagar la operación de su hijo. Tras la visita, se subió a su moto eléctrica y manejó por la ruta. Su plan era sencillo: tomar por Luro hasta la costa y después ir hasta el barrio Camet, donde vivía.
El policía, que hoy cumple tareas administrativas sin llevar su arma, narra una secuencia que duró un par de minutos, pero que a él se le repite en loop una y otra vez en la mente.
Dice que mientras conducía, al llegar a la rotonda del Hipódromo tres hombres que circulaban en otra motocicleta lo sorprendieron, le cortaron el camino y tuvo que frenar. En esa circunstancia uno de los hombres bajó, quiso robarle por lo que decidió huir por la rotonda, volviendo hacia Sierra de los Padres y, si bien pudo escapar hoy asegura que sintió cómo le dispararon tres veces.
Hecho “bolita” en su moto eléctrica, en un desesperado intento por ir más rápido o por ocupar menos espacio para que las balas no le dieran se fue del lugar. Bogado pensó que podía llegar hasta una estación de servicios, pero sintió que otra moto venía a sus espaldas. Eso lo llevó a meterse en contramano, dejar la moto en la banquina y esconderse.
El policía no llevaba la pistola en la cintura, tuvo que meter la mano en la mochila y sacarla, prepararse. Mientras, veía como una moto, con dos hombres iba lento con las luces encendidas. “Me buscaban a mí, me cazaban, yo solo era una presa para ellos”, recuerda.
Bogado, tal como declaró en la causa, dice que vio que el conductor de la moto estaba armado y que gritó: “¡Matalo!”. Él se identificó como policía, pero la respuesta fue peor y dice que le dispararon, que escuchó y luego vio el fogonazo de un arma y ya no dudó: sujetó su arma reglamentaria y la accionó hasta que no tuvo más balas. “Hice una pared defensiva”, explica.
Romero sufrió varios balazos y cayó desplomado en la cinta asfáltica, mientras que Farías fue alcanzado por una bala en la axila y pudo escapar en la moto.
“A mí me disparan, no había más alternativas para mí. No tenía cobertura, no había nada. Yo no estaría acá si ese tiro me impactaba, gracias a que le erró puedo contar esto”.
“Nunca me creí capaz de haber enfrentado lo que enfrenté y haber salido ileso físicamente. Yo sabía que cada cartucho de mi arma podía significar una vida, eso conlleva una responsabilidad y cuando uno la usa y pasa lo que pasó ya la vida en ese momento cambia”, reflexiona.
Bogado dice que lo primero que hizo fue acercarse al cuerpo de Romero, quería ver si estaba con vida. Recuerda que tenía miedo por la situación, por la sangre, porque no había nadie en la ruta y porque quien se había escapado podía volver. Al acercarse al cuerpo vio que avanzaba un auto que, a pesar de hacerle señas, no frenó y le pasó por arriba a Romero. Entonces llamó al 911 y dio aviso a la policía.
El patrullero tardó, recuerda, 38 minutos en llegar, 38 minutos en los que estuvo al lado de un joven que acababa de matar. “En muchas de las alternativas que siempre me planteo yo termino muerto, yo sentí que mi vida peligraba”, remarca.
Bogado fue sobreseído por el Ministerio Público Fiscal pero, acompañado por su abogado Martín Bernat, irá igualmente a juicio ya que la familia de Brandon Romero, representada por el abogado César Sivo, sostiene la acusación.
El policía considera que, durante el proceso, sus derechos y garantías no fueron respetados por la Justicia y por eso no quiere un juicio técnico, por eso es que pidió ser juzgado por jurados, por hombres y mujeres de Mar del Plata.
“Yo no quiero depender del azar, prefiero depender mil veces del sentido común de la gente, de ciudadanos de a pie, de jubilados, estudiantes, de vecinos que saben que esa sensación de inseguridad es la realidad en la que se vive”, explica.
“Yo no quise matar a nadie, defendí mi vida y no me puedo arrepentir de haberme salvado”, dice una vez más Arcángel Bogado.